domingo, 3 de agosto de 2014

JONÁS INTRODUCCIÓN.

JONÁS. CAPÍTULO 4.



La lección del ricino
4 1Jonás sintió un disgusto enorme. Irritado, rezó al Señor en estos términos:
2-¡Ah Señor, ya me lo decía yo cuando estaba en mi tierra! Por algo me adelanté a huir a Tarsis; porque sé que eres «un Dios compasivo y clemente, paciente y misericordioso», que te arrepientes de las amenazas. 3Pues bien, Señor, quítame la vida; más vale morir que vivir.
4Respondió el Señor:
-¿ Y vale irritarse?
5Jonás había salido de la ciudad y se había instalado a levante; allí se había hecho una choza, y
estaba sentado a la sombra esperando el destino de la ciudad.
6Entonces el Señor Dios hizo crecer un ricino hasta sobrepasar a Jonás, para que le diese sombra en la cabeza y lo librase de una insolación. Jonás estaba encantado con aquel ricino.
7Entonces Dios envió un gusano al amanecer el día siguiente, el cual dañó el ricino, que se secó. 8Y cuando el sol apretaba, envió Dios un viento solano bochornoso; el sol abrasaba la cabeza de Jonás y lo hacía desfallecer. Jonás se deseó la muerte y dijo:
-Más vale morir que vivir.
9Respondió Dios a Jonás:
-¿Y vale irritarse por lo del ricino?
Contestó:
-iVaya si vale! Y mortalmente.
10El Señor le replicó:
-Tú te apiadas de un ricino que no te ha costado cultivar, que una noche brota y otra perece, 11¿y yo no voy a apiadarme de Nínive, la gran metrópoli, que habitan más de ciento veinte mil
hombres que no distinguen la derecha de la izquierda, y muchísimo ganado? 

Explicación.

4,1-11 Se ha cerrado un tríptico, y ahí podría terminar el relato, con el perdón de Dios. La amenaza ha cumplido gloriosamente su función. Sólo que, por medio del personaje, el autor tiene todavía una lección para el lector. ¿Cómo reacciona Jonás? ¿Cómo reacciona el lector? 

4,1 De lo hondo de su irritación Jonás vuelve a orar. 

4,2 La ironía del autor llega al sarcasmo. Jonás "sabe" que Dios es misericordioso y por eso huye de él. Los atributos son cita de una fórmula litúrgica: Ex 34,6; Sal 86,15; 103,8; 111,4; Neh 9,17.31. Con un Dios justo se pueden echar cuentas y prever el desenlace; con un Dios misericordioso no se puede contar. Porque es capaz de perdonar a los máximos adversarios dejando malparado a su profeta. Un profeta se acredita cuando se cumple su profecía (Jr 28,9)

Perdido todo crédito profesional, no quiere seguir viviendo. 

4,3 Compárese con Moisés y Elías: Nm 11,15; 1 Re 19,4. 

4,5 Este verso es un salto atrás narrativo, que nos muestra al profeta el día cuadragésimo esperando el fantástico espectáculo que él había anunciado. 

4,6-8 Como no bastó la lección del barco, el Señor prepara una parábola en acción para aleccionar a su profeta; para lo cual congrega, en dimensiones reducidas, el reino vegetal, el animal y los elementos. 

4,9 El interrogatorio enfrenta al profeta con sus intereses: el ricino, él mismo, la ciudad. ¿Son intereses magnánimos o mezquinos? 

4,10-11 Dios tiene la última palabra. Y resulta que esa última palabra es una interrogación retórica, de ancho respiro, larguísima para los cánones de la prosa hebrea. Sobre esa pregunta gravita todo el relato imprimiéndole fuerza de penetración. Es una pregunta dirigida por Dios a Jonás, por Jonás a los lectores. Una pregunta para quienes se creen buenos y desprecian a los malos; para los que se saben malos y buscan esperanza. ¿Qué significa ser profeta de ese Dios misericordioso? Las respuestas consabidas no bastan, la pregunta sigue desafiando. Y nosotros podemos escuchar el diálogo del padre con el hermano mayor del hijo pródigo (Lc 15,32).

JONÁS. CAPÍTULO 3.



En Nínive (Gn 19)

3 1El Señor dirigió otra vez la palabra a Jonás:
2-Levántate y vete a Nínive, la gran metrópoli, y anuncia lo que yo te digo.
3Se levantó Jonás y fue a Nínive, como le mandó el Señor. Nínive era una gran metrópoli, tres días hacían falta para recorrerla. 4Jonás se fue adentrando en la ciudad y caminó un día entero pregonando:
¡Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada!
5Creyeron a Dios los ninivitas, proclamaron un ayuno y se vistieron de sayal pequeños y grandes.
6Cuando el mensaje llegó al rey de Nínive, se levantó del trono, 7se quitó el manto, se vistió de sayal, se sentó en el polvo y mandó al heraldo proclamar en Nínive un decreto real y de la corte:
-Hombres y animales, vacas y ovejas no prueben bocado, no pasten ni beban; 8cúbranse de sayal hombres y animales. Invoquen fervientemente a Dios; que cada cual se convierta de su mala vida y de sus acciones violentas. 9A ver si Dios se arrepiente, cesa el incendio de su ira y no perecemos.
10Vio Dios su obras y que se habían convertido de su mala vida, y se arrepintió de la catástrofe con que había amenazado a Nínive y no la ejecutó. 

Explicación.

3,1-10 El capítulo trabaja por paralelismos: Jonás el hebreo creyente y los ninivitas idólatras; los ninivitas convertidos y los marineros buenos. También: Jonás en oración solitaria y predicando a multitudes. 

3,1 Todo recomienza con la palabra del Señor, sólo que ha cambiado el destinatario. Ahora Jonás sabe que es inútil escapar de Dios; si ha escapado, ha sido de la muerte. 

3,2-3 La ciudad es gigantesca, como el cetáceo, y engulle durante tres días al profeta, como el cetáceo. 

3,4 "Arrasar" (hpk) es verbo ambiguo, que significa subvertir y convertir. Es el verbo de las ciudades malditas (Gn 19,21.25.29; Is 1,7; Jr 20,16 etc), y es el verbo del cambio radical de actitud o situación (Dt 29,22; Os 11,8; Sal 105,25 etc.). Cuarenta días son un plazo no para anticipar la angustia ante lo inevitable, sino para provocar una reacción que lo evite. 

3,5 La reacción es sensacional: es Nínive, la archienemiga de Israel, modelo de agresión y crueldad (Nah 3,1.4). "Creen en Dios": no dice en Yhwh, pero tampoco menciona sus dioses que son "ídolos vacíos". ¿Qué creen? -Que el grito del extranjero es palabra de Dios; creen la amenaza, merecida, y el plazo, para la penitencia. 

3,7 Es sorprendente ver los animales convocados al ayuno: cfr. Sal 36,7. 

3,8-10 El mensaje se concentra en el verbo de la conversión, que se repite cuatro veces, dos para los hombres y dos para Dios. Dios está dispuesto a cambiar si el hombre cambia. Lo que se ofrece a los israelitas (Ex 32,14; Jr 26,13; 36,7) vale también para los paganos, representados por Nínive y su rey; es el principio formulado en Jr 18,7s. El rey pone un grano de duda, respetando la libertad de Dios.

JONÁS. CAPÍTULO 2.



En el vientre de la ballena

2 1El Señor envió un pez gigantesco para que se tragara a Jonás y estuvo Jonás en el vientre del pez tres días con sus noches. 2Desde el vientre del pez, Jonás rezó al Señor, su Dios:
3«En el peligro grité al Señor y me atendió,
desde el vientre del abismo
pedí auxilio y me escuchó.
4Me habías arrojado al fondo, en alta mar,
me rodeaba la corriente,
tus torrentes y tus olas me arrollaban.
5Pensé: Me has arrojado de tu presencia;
¡quién pudiera otra vez ver tu santo templo!
6A la garganta me llegaba el agua,
me rodeaba el océano,
las algas se enredaban a mi cabeza;
7bajaba hasta las raíces de los montes,
la tierra se cerraba para siempre sobre mí,
y sacaste mi vida de la fosa,
Señor, Dios mío.
8Cuando se me acababan las fuerzas,
invoqué al Señor, llegó hasta ti mi oración,
hasta tu santo templo.
9Los devotos de los ídolos faltan a su lealtad;
10yo, en cambio, te cumpliré mis votos,
mi sacrificio será un grito de acción de gracias:
'la salvación viene del Señor'».
11El Señor dio orden al pez de vomitar a Jonás en tierra firme. 

Explicación.

2,1-2 Después de la tormenta marina, que frena el viaje de Jonás, el Señor despacha un pez gigantesco que lo conducirá en el viaje de vuelta. El Señor se sirve incluso de elementos hostiles para realizar sus planes. En el plano narrativo el autor nos invita a imaginar un pez, masculino o femenino (2,2) de proporciones tales que puede cómodamente deglutir entero a un hombre. Así lo han imaginado ingenuamente comentaristas antiguos y lo han representado infatigablemente los artistas. En el plano simbólico ese pez devorador (Sal 69,16; Prov 1,12) es el "sheol" (3), la "fosa" (7), de la cual lo "extrae vivo" el Señor. Para un lector del AT equivale a una vuelta a la vida (cfr. Dt 32,39); un lector del NT lee una imagen de la resurrección a la luz de Mt 12,39s y Mc 8,12. 

2,3-10 El salmo, aunque compuesto con vocabulario y fraseología de otros salmos, tiene identidad propia. La súplica describe un movimiento de bajada, hasta el fondo, las raíces de los montes, y de subida hasta el "santo templo". Un par de rasgos realistas, oleaje y algas, se mezclan a los fantásticos. 

2,3 Véanse Sal 120,1; 31,23 Y 116,1. Insiste en el verbo "gritar". 

2,4 Véanse Sal 69,3.16; 42,8. 

2,5 Véanse Sal 31,23; 5,8; 138,2 Ser arrojado de la presencia divina responde al intento inicial de alejarse del Señor (1,3). 

2,6 Véanse Sal 69,2s; 18,6; 116,3. 

2,7 Véanse Sal 103,4; 30,4. En lo más profundo comienza el movimiento ascensional, con el verbo "hacer subir". 

2,8 Véanse Sal 143,4; 88,3. El "santo templo" puede ser el de Sión, lejano ahora del mar, o el celeste. 

2,9 La frase es ambigua: puede ser la lealtad debida al Dios verdadero o la practicada en las relaciones humanas. El contexto favorece lo primero. Ahora bien, los ninivitas veneran ídolos vanos; ¿de qué vale su religiosidad? 

2,10 Véanse Sal 116,17s; 3,9. La profesión de fe se ensancha: el Dios cósmico es el Salvador (Is 12,2s). 

2,11 La tierra firme es por ahora salvación (cfr. Sal 18,17-20). El cetáceo cumple las órdenes sin muchas contemplaciones (cfr. Jr 51,34).

JONÁS. CAPÍTULO 1.



En el barco
1 1EI Señor dirigió la palabra a Jonás, hijo de Amitay:
2-Levántate y vete a Nínive, la gran metrópoli, y proclama en ella que su maldad ha llegado hasta mí.
3Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor.
4Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, se alzó una furiosa tormenta en el mar y la nave estaba a punto de naufragar.
5Temieron los marineros y cada cual gritaba a su dios. Arrojaron los pertrechos al mar para aligerar la nave, mientras Jonás, que había bajado a lo hondo de la nave, dormía profundamente.
6EI capitán se le acercó y le dijo:
-¿Qué haces dormido? Levántate y grita a tu Dios; a ver si ese Dios se compadece de nosotros y no perecemos.
7Y se decían unos a otros:
-Echemos suertes para ver por culpa de quién nos viene esta calamidad.
Echaron suertes y le tocó a Jonás.
8Le interrogaron:
-Dinos: ¿por qué nos sobreviene esta calamidad?, ¿cuál es tu oficio?, ¿de dónde vienes?, ¿cuál
es tu país?, ¿de qué pueblo eres?
9Les contestó:
-Soy un hebreo y adoro al Señor, Dios del cielo, que hizo el mar y la tierra firme.
10Atemorizados, aquellos hombres le preguntaron:
-¿Qué has hecho?
(Pues comprendieron que huía del Señor, por lo que él había declarado).
11Le preguntaron:
-¿Qué hacemos contigo para que se nos calme el mar?
Porque el mar seguía embraveciéndose.
12El contestó:
 -Alzadme en vilo y arrojadme al mar, y el mar se os calmará; pues sé que por mi culpa os sobrevino esta furiosa tormenta.
13Pero ellos remaban para alcanzar tierra firme, y no podían porque el mar seguía embraveciéndose.
14Entonces invocaron al Señor:
-iAh, Señor, que no perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una
sangre inocente! Tú, Señor, puedes hacer lo que quieres.
15Alzaron en vilo a Jonás y lo arrojaron al mar, y el mar calmó su furia.
16y aquellos hombres temieron mucho al Señor. Ofrecieron un sacrificio al Señor y le hicieron votos. 

Explicación.

1 El primer episodio emplea una disposición concéntrica artificiosa; su esquema es ABCDFG N GFDCBA. 

1,1 El nombre y apellido del profeta aparecen en 2 Re 14,25 como anterior a Jeroboán II (782-753). La mayoría de los comentaristas antiguos, no todos, tomaron el dato y el libro como histórico. El nombre suena a oídos hebreos como Paloma hijo De Veraz, y así resulta el primer Colón = Colombo de la historia. El comienzo del libro es claramente profético. 

1,2 Primera sorpresa del libro. Un profeta de Israel enviado a la capital del imperio agresor y expansionista. Menos mal que el mensaje suena amenazador, como el de Gn 18,20-21; pero ahí está precisamente el grave peligro. 

1,3 Segunda sorpresa, no tan grave: el profeta hace exactamente lo contrario de lo mandado. ¿Razón? El narrador no la adelanta, nos deja con la sospecha genérica del miedo (cfr. Jr 1,17-19) Para otras huidas véanse Am 9,1-4; Sal 139; 1 Re 19. Se supone que Tarsis se encontraba en alguna costa del Mediterráneo occidental. 

1,4 Los vientos son "ministros" de Dios (Sal 104,4), y la tempestad suele ser teofanía o manifestación divina. "Lejos": porque el Señor mora en Sión. 

1,5 El autor empieza a jugar con el contraste entre los marineros, lúcidos y decididos, y el profeta, inconsciente. El verbo "temer" irá cambiando de significado para jalonar el desarrollo: comienza como simple miedo, terminará como reconocimiento del Señor. 

1,6 Sin querer, repite el capitán dos palabras del Señor: "levántate y grita / proclama". Su postura es honradamente politeísta. 

1,7 Al fallar las plegarias, la tripulación conjetura que por culpa de algún criminal presente sucede la desgracia y decide aplicar el procedimiento acreditado en la época: véanse Jos 7; 1 Sm 14 y el principio en Prov 16,33. 

1,8 Designado el culpable, se abre el interrogatorio. Es curioso que entre las cinco preguntas falte una: ¿qué has hecho? A juicio del lector las más importantes son: ¿de dónde vienes?, ¿cuál es tu oficio? 

1,9 Por eso sorprende la respuesta, que sólo confiesa nacionalidad y confesión religiosa; ésta en términos inteligibles para los marineros y adaptados a la situación. 

1,10 Inversión del orden cronológico para introducir la pregunta clave: ¿qué has hecho? El temor de los marineros es ahora el temor numinoso frente al Dios de Jonás, que en la persecución del pasajero "hebreo" se ha mostrado eficaz y terrible. 

1,11 ¿Qué has hecho?, ¿qué hacemos? Sólo el pasajero hebreo posee un saber superior y puede hacer desistir a su Dios de la persecución. 

1,12 Jonás empieza a ser bueno: toma sobre sí la pena de muerte para que los demás se salven.
1,13 No menos buenos son los marineros: con su esfuerzo pretenden neutralizar la fuga de Jonás sin sacrificar su vida. Pero su intento no está provocado ni dirigido por el Señor. 

1,14 La oración se dirige ahora expresamente al Señor, y en ella se cita una frase de Jeremías a sus jueces (Jr 26,14s); la frase final suena a reminiscencia del Sal 115,3. 

1,15 El mar está casi personificado. Al caer Jonás, se calma instantáneamente, como si hubiera recibido una presa. 

1,16 El verso cierra el primer episodio del relato. La tarea misionera de Jonás, imprevista, ha sido un éxito: el profeta que se embarcó para huir del Señor ha predicado su nombre a unos paganos. Y el narrador redondea el resultado informándonos de una acción cúltica de los marineros; no nos dice si en la nave o una vez llegados a tierra.